sábado, 27 de abril de 2013

Ana Gorría: La soledad de las formas

Comenzamos el 2013 con la publicación del cuarto título de Sol y sombra.  En esta ocasión, tenemos el placer de anunciar La soledad de las formas, de Ana Gorría. Se trata de diez poemas en prosa que gravitan en torno a la paradoja de «respirar como un río contra todo lo que desaparece» y la consciencia de la distancia insalvable que existe entre uno mismo y todo aquello que se pretende alcanzar. Así, el poemario se sitúa en el límite de lo que se puede nombrar, en la inestable y frágil frontera entre lo que aún existe y lo que ya se ha desvanecido.


Como es habitual, esta edición consta de 50 ejemplares firmados y numerados. La cubierta incluye una ilustración de María Saro. Por el momento está disponible en la Librería Gil y en La Vorágine, ambas en Santander. A continuación incluimos uno de los poemas de La soledad de las formas:


Fantasmas

El centro de la lengua es imperfecto como pequeñas láminas de uranio. Después lo vertical. En la saliva, temblar en carne viva es la frontera contra lo que se esfuma. Lo que dijimos límite es orquídea. Tan frágil entre huellas es este pasadizo que se borra. Alzada como el humo, quién vuelve a aparecer. La borrosa celeridad del paso, aquello que amenaza: ser primero ceniza, luego humo. La rigidez, entonces, elevada se va hundiendo en el centro del hueso: pequeñas transparencias invocadas como si fueran nombres imperfectos. La ruina de la imagen como un tránsito siempre hacia el mismo laberinto en donde fluye un torpe manantial.

martes, 16 de abril de 2013

Acerca de Ana Gorría

Ana Gorría nació en Barcelona en 1979, aunque vive en Madrid desde su infancia. Ha publicado los textos Clepsidra (Córdoba, Plurabelle, 2004), Araña, en colaboración con la pintora Pepa Cobo y el compositor Juan Gómez Espinosa (Almería, El gaviero ediciones, 2005), De lo real y su contrario (Granada, Vitolas del Anaïs, 2007) y El presente desnudo (Santiago de Chile, Cuadro de tiza ediciones, 2011). Como traductora es responsable de la versión Travesía escéptica, en colaboración con el poeta inglés James Womack, y de algunas versiones de la poeta gallega Chus Pato como Hordas de escritura seguido de Secesión (Madrid, Amargord, 2013).

sábado, 6 de abril de 2013

Reseña de Tahúres y emplumados en Paralelo Sur

En el último número de la revista Paralelo Sur (nº 10), editada en Barcelona, su editor Jordi Gol firma la siguiente reseña de Tahúres y emplumados, primer título publicado en Sol y sombra poesía:

Tras la publicación de Orilla Sur (Ediciones Grupo León Felipe, Barcelona, 2002), la poesía de Mateo Rello es un devenir hacia terrenos más líricos, más sugerentes, más conmovedores e íntimos, aunque sin perder las características esenciales, la ética insobornable y la calidad literaria que subyace en toda su obra poética y que le valió el ser antologado en Barcelona, 60 poemes des de la ciutat (2004) junto a poetas como Jaime Gil de Biedma y José Agustín Goytisolo. Muestra de esta evolución son sus dos posteriores poemarios: Libro de cuentos (Paralelo Sur, 2009) y A lomos de salamandra (La Garúa, 2009), en los que hacía una recreación lírica e íntima de la historia y de su principal creación: la ciudad.

Pero la inquietud literaria de Mateo Rello, fruto de una profunda y sabia lectura tanto de autores clásicos como de modernos, y que se ha plasmado en la revista que dirige y edita: Caravansari. Revista de poesía en lenguas peninsulares y árabe, no podía detenerse tan sólo en estos temas: su inquisitiva mirada se vuelve en Tahúres y emplumados hacia el mito para ofrecernos una recreación particular e subjetiva sobre algunos momentos de la historia, del arte y de la memoria colectiva. Mateo convierte la anécdota mítica en un momento íntimo: poniéndose en la piel del mitificado o desde una mirada muy próxima, utiliza el poder de concreción del mito (conocido por todos) para, sobre esa estructura concreta, superponer otra sentimental, íntima, que permite una reinterpretación del relato mítico desde una perspectiva completamente diferente. Mitos literarios, como Danny Ocean (protagonista de la célebre película Ocean's Eleven) o Ulises; históricos, como J. F. Kennedy, Luis Pasteur o Fernando Pessoa; o religiosos, como el Ángel caído o Kundalini (la serpiente que simboliza la energía humana); son revisados por Mateo Rello desde un punto de vista que tiene como eje central la ironía (ya el propio título, Tahúres y emplumados, nos lo adelanta), una mirada desmitificadora que rebaja (¿tal vez ensalza?) al mito al nivel humano, con sus contradicciones y sus tribulaciones, con su desengaño vital (“el hechizo es tu casa —es tu exilio—“ en Ulises), su miedo a la finitud. Lo coloca ante a la irreversibilidad del destino (La gran jugada, Verano en Normandía), frente a la casualidad que cuestiona la ciencia (Cultivos del error. Flores de azar) o a las grandes teorías del origen del universo (Teoría de las cuerdas y novela negra). Bajo esa mirada, nada es sagrado, nada es lo suficientemente elevado como para no poder trasladarlo a nuestro propio acervo vital y así mejor aprehenderlo. Como, de otra forma y con otro estilo, hiciera Álvaro Cunqueiro, la desmitificación de la figura del personaje nos lo hace más cercano, más entrañable y, en definitiva, más nuestro. Muerta ya la posibilidad que el mito revele monolíticamente su sentido, que es la única forma que tiene de ser asumido —"El mito es la nada que es todo", dice Pessoa en Mensaje: nada cuando buscamos su literalidad, todo cuando se nos revela en su íntimo sentido— los personajes míticos sólo pueden ser abordados desde una perspectiva humana, y así lo entiende Mateo Rello. Si la poesía, históricamente, ha sido la creadora del mito, Tahúres y emplumados da una vuelta de tuerca y la utiliza para su desmitificación.

El propio lenguaje que el autor emplea en el poemario es ya muy significativo. Si el lenguaje del mito es el de la épica, el de la epopeya o el de la tragedia, el verbo de Mateo se vuelve lírico, introspectivo, como corresponde a una palabra que no busca la narración de los hechos, sino la expresión de las emociones de los personajes; aunque su verso, pulido una y mil veces hasta la obsesión, conserva esa esbeltez y la cadencia calmosa de los clásicos griegos y latinos, como si quisiera, al menos estilísticamente, conservar el contexto de la tradición mítica.

En definitiva, en los ocho poemas que componen Tahúres y emplumados late, bajo la mirada irónica de Mateo, una fundamental desilusión con el devenir de la sociedad actual y sus ‘verdades' fundamentales, una profunda preocupación por el futuro y sus heraldos; en sus propias palabras (extraídas del epílogo del poemario): “Me ocupan desde hace tiempo algunas cuestiones que se plantean en los territorios de la identidad individual, y de esa imposible colectividad que llamamos civilización occidental, y sobre lo aleatorio o arbitrario de sus mapas. Estas cuestiones son las que se relacionan con el mero azar y la fortuna, pero también con analogías profundas; y cuestiones relacionadas con el secreto y su papel vertebrador de la, como diría Guy Debord, sociedad del Espectáculo; con la impostura que disfraza el carácter inevitablemente fragmentario del saber académico, y con lo conmovedor de nuestros intentos por preservar la base física de ese saber (papel, tela, pigmento, madera, piedra), como si el tiempo no fuera vasto e indiferente. Ocupado, decía, en todas esas cuestiones y su importancia en la construcción convencional y frágil de dicha civilización occidental y, en suma, del persistente relato ilusorio del Progreso.”