viernes, 10 de octubre de 2014

Reseña de En la última mano en Caravansari

El número 5 de la revista Caravansari ha publicado una reseña de En la última mano, de Vicente Gutiérrez Escudero, firmada por Víktor Gómez. Nuestro agradecimiento al equipo de Caravansari.

En la última mano, de Vicente Gutiérrez Escudero

Víktor Gómez

“Él le dio un beso
a un pozo sin fondo:
                un extraño vacío
                que enjuagó,”

Como un anochecer del hielo. Contra la dictadura de la fantasía, la república de la imaginación, posibilita acercarse a algo tan escurridizo como es el entendimiento de los procesos votivos. Frente al sentimentalismo ñoño de Hollywood emerge en el poemario de Vicente Gutiérrez Escudero, En la última mano, la voluntad del deseo en su vertiginoso combate desde la esencialidad de la convivencia, la comunicación, la pertenencia, la continuidad. Eje central del collage, ya no los amantes, sino la dificultad de mantener en estado sólido su acuosa unión. El hielo se licua. El tiempo-lugar de los amigos de la intimidad fecunda se diluye. La disolución frente a la consistencia, la desaparición frente a la construcción de un proyecto común. Eje sobre el que gira el drama actual de una intimidad imposible. ¿Cómo transportar el hielo en la mano sin que se regale hasta escurrirse por los dedos?

Una cuidada edición de Alba Pascual y Noé Ortega, para esta plaquette, quinto libro de la colección Sol y sombra. En la última mano consta de 20 textos compuestos como collages desde los fragmentos de la novela Séptima Avenida de Norman Bogner, que se llamaba originariamente Divorcio.

Volviendo al poemario, en las vicisitudes de irrefrenable pasión, unión de contrarios, lo que acaba desapareciendo no es solo el otro, sino lo que unía, relacionaba y daba consistencia a la realidad compartida pero asumida individualmente. La fractura, el vacío, la nada que se extiende como horizonte, el vértigo, la desesperanza, el frío…

Decía Lacan que el sexo traspasa la verdad, y en este poemario, se sugiere insistentemente ese pulso entre verdad e intensidad, entre lo que fluye y lo que estalla, entre la soledad y la comunión erótica de los desprendidos sobre la piel contigua. La tensión del ardor y del frío, su condición de proximidad y a su vez de antagonismo plantea el dilema moderno: ni contigo ni sin ti. Hay un “entre”, un “casi”, de lo fugaz, de lo que crepita raudo y deja un largo tiempo elevándose la columna de humo o el riachuelo de aguas del deshielo. No es la inevitabilidad de la derrota un obstáculo que haga desistir a los amantes. Antes se desgastarán, pues todo o nada, es el lema desde el que se sienten vivir. Hay una lectura, fuera de lo proclamado por el sistema vigente de creencias e identidades. No es el fin el que justifica los medios. Los medios ya son un fin en sí mismos. Aunque no haya manera de llegar a ningún fin o final feliz, la dignidad radica en desestimar la rentabilidad o éxito de una empresa como fin último. Sólo el instante se sostiene, no el sujeto, que es volátil, como lo es su entorno, sus circunstancias. Todo fluye. En esta sociedad líquida, amor líquido, ¿cómo mantenerse unidos sino es dentro de una jaula?

Poesía no como consuelo, antes bien, sin suelo, sin sostén, la vida o la poesía, transcurren de lo imprevisible y frágil a lo imprevisible y frágil. Se ama, se desea, se arde. Dura mientras es posible o casi imposible. Hasta que “algo tan impalpable, y distante, que la obligo a marchar” lo fractura. Desde el punto de vista de trabajo sobre la forma, observamos también que el componer con fragmentos de un texto en prosa los poemas, con su lirismo de sintaxis rota, elipsis, oníricas o hiperreales imágenes, desplazamientos sintagmáticos sobre la página, aumenta la tensión lectora, concordando con la tensión narrativa. Decir próximo al balbuceo del que está reviviendo algo en un estado alterado de la conciencia.

Vicente Gutiérrez Escudero apuesta con coraje y lucidez a desvelar el carrete de fotografía antiguo con el que nos habían contado la vida en pareja. No para el dolor, no para la negación de la vida lograda, sino para posibilitar en la intemperie, en lo obsceno (fuera de escena), una razón más poderosa y urgente desde la que avanzar. Esa razón pudiera ser En la última mano, no ir de farol. Desaprender las valoraciones más conservadoras de la felicidad conyugal y a no sobrevalorar la ficción, los a priori de la educación sentimental. Cuando se extingue la pasión y la confianza, no quedarse con sucedáneos de vida, acomodaticias relaciones sin aquel todo o nada que nos permitiera someramente rozar lo imposible, pero real. Como un amanecer del deshielo…